Durante muchos años, Atlantic City ha sido la principal competencia de Las Vegas y ha vivido una etapa dorada gracias a sus casinos, convirtiéndose en la capital del lujo y de los juegos de azar. Ha sido la protagonista en un periodo florido, atrayendo el dinero de los jugadores de la costa atlántica americana hasta que la diosa de la fortuna le ha dado la espalda.
Entre Atlantic City y Las Vegas, sin embargo, siempre ha habido una diferencia sustancial: la ciudad de Nueva Jersey, de hecho, nunca ha conseguido sobresalir frente a la fama de la ciudad de Nevada. Su economía, aunque muy buena en algunos periodos, nunca ha tenido una base sólida sobre la que apoyarse y se ha visto perjudicada por la aparición de otras capitales del juego.
Hoy, la situación de Atlantic City es más bien complicada: numerosos casinos ya han sido cerrados y uno de los más conocidos, el Trump Palace, podría sufrir la misma suerte en cualquier momento.
Los primeros problemas económicos de cierta importancia, los que dieron la señal de alarma en la ciudad del Atlántico comenzaron a surgir en 2012, cuando el huracán Sandy la atravesó, devastándola y obligando a afrontar unos costos de reconstrucción muy altos para devolver a Atlantic City el esplendor que se merece. Ahora, aunque desde el punto de vista arquitectónico la ciudad ha sido capaz de recuperarse, las arcas municipales están casi vacías.
Este fenómeno meteorológico, sin embargo, es sólo uno de los factores que ha contribuido a llevar a Atlantic City al borde de la quiebra: los expertos están preocupados por los ingresos que recibe la ciudad. En 8 años, desde 2006 hasta la actualidad, los ingresos de la ciudad han bajado casi a la mitad, pasando de 5 mil millones a poco menos de 2,8. La ciudad también sufre la crisis inmobiliaria, con una importante caída de los precios que se mantendrá en los próximos 12 meses: para Atlantic City, los años setenta y el auge de las segundas residencias son ahora tan solo un espejismo.
Si Atlantic City no consigue emprender, lo antes posible, un cambio de dirección, aumentando lo facturado y, en consecuencia, los fondos disponibles, se vislumbra en el horizonte la posibilidad real de que se convierta en un nuevo Detroit, lejos de la tendencia positiva del mercado de las propiedades de lujo en Estados Unidos.
