En el hall del Hotel Plaza, el hotel más famoso de Nueva York, símbolo de lujo y prestigio, se oye el rumor de sus huéspedes, el sonido de los tacones altos de señoras con vestidos elegantes, el tintineo de los vasos, el murmullo de las conversaciones y el ir y venir de los botones con sus uniformes. Pero en el Plaza existe también una entrada reservada a los residentes, o a quien ha podido permitirse comprar una de las suites en venta: por esas puertas son pocos los que entran y salen, ya que la mayor parte de los propietarios vive en otro lugar.
La situación es análoga en el Time Warner Center, estructura futurista compuesta por dos rascacielos gemelos, donde los compradores vienen de Londres, Hong Kong, Minnesota, New Jersey oTexas, pero no de Nueva York. Solo el 10% de los residentes vive realmente en los apartamentos, y sus pasillos están vacíos la mayor parte del tiempo.
El mercado inmobiliario de la Gran Manzana está plagado de ejemplos de este tipo, pero la cosa más extraña es que cuanto más alto es el precio de la propiedad, es más probable que los propietarios sean extranjeros, que pasen en sus apartamentos pocos meses o incluso tan solo alguna semana al año.
Las casas de lujo en Nueva York son por tanto joyas dejadas la mayor parte del tiempo vacías y silenciosas. Obviamente no existen estadísticas fiables pero parece ser que este fenómeno esté ligado a la crisis económica que ha empujado a los ricos extranjeros al mercado inmobiliario de lujo neoyorquino. Procedentes de distintos lugares, como Munich, Moscú o Texas, buscan realizar una buena inversión.