Parece que se ha creado una nueva moda entre los constructores del mundo: gana quien construya el edificio más alto. Dicho así podría parecer frívolo, una competición que no beneficia a nadie si no es por medio de un poco más de publicidad. Sin embargo, si nos fijamos bien, el asunto es mucho más complejo de lo que parece y no se trata solo de darse a conocer en ese mundillo, sino de vender más que los competidores y, por tanto, de ganar más dinero.
Los ricos inversores modernos, de hecho, quieren cada vez más y ya no se conforman con un ático en un décimo piso: la demanda es cada vez más alta, en todos los sentidos, y para hacer frente a la nueva moda de querer dominar la ciudad desde lo alto, se diseñan edificios cada vez más altos y más estrechos.
Solo hay que fijarse en Manhattan, el barrio de Nueva York más famoso, donde se han abierto canteras para construir cuatro de estos enormes rascacielos metropolitanos.
En cualquier caso, Nueva York ha sido siempre el hogar de los rascacielos, de edificios que exceden los 100 metros de altura: el edificio más alto de la Gran Manzana, por ejemplo, es un edificio recientemente completado que supera por unos pocos centímetros los 300 metros de altura y que está especialmente codiciado por los inversores, que desean sacar provecho de sus activos en el mercado inmobiliario.
Sin embargo, su récord no va a durar mucho tiempo, ya que en la ciudad se están construyendo muchos otros edificios de gran tamaño. En los próximos dos años, de hecho, parece que se finalizará la construcción de sendos edificios en el 432 de Park Avenue y en el 111 West de la calle 57: parece que ambos alcanzarán y superarán al One57. Además. Para el año 2018 está previsto que se concluya la construcción de un rascacielos en el 225 West de la calle 57, a poca distancia del mencionado anteriormente. Al parecer, con aguja incluida su altura será de más de 540 metros, casi el doble del One57.
Analizando la situación inmobiliaria de las grandes ciudades, por otro lado, uno se da cuenta de que construir edificios tan altos, que aprovechan el espacio vertical y no el horizontal, se ha convertido en algo casi obligado. El mercado de propiedades de lujo en Hong Kong, Singapur, Shanghái, Londres y en la misma Nueva York, de hecho, han agotado la superficie horizontal y la única manera de no detener el desarrollo y el crecimiento es mediante la construcción de rascacielos, que se han convertido incluso en trofeos para los ricos inversores orientales.